miércoles, 12 de mayo de 2010

Una ventana a la Arcadia

Una ventana a la Arcadia

No se ni cuando comenzó este suceso, tan solo recuerdo cuando se lo comente por primera vez a Charles sobre mi problema solo se carcajeo, lo recuerdo porque era el mismo día que transmitían el juego de Yokohama Marinos contra Raysol, de igual manera si hago memoria no logro recordarlo. Tal vez mi mente lo bloqueo intencionalmente, tal vez es que me estoy volviendo realmente loco como me dijo Charles y en realidad nunca paso aunque algo dentro de mi me hace recordar los hechos.



La primera noche, cuando lo vi decidí ni siquiera molestarlo, mejor saque un Lucky Star de mi maleta y me fui a fumar y a dar de vueltas hasta que después de haber consumido media cajetilla algo me hizo sentir que ya podía regresar. Últimamente mi cuerpo ha desarrollado una habilidad, cuando se que hay peligro es como si algo pesado reposara en mis hombros, como si fuera un animal con alas, un gran halcón porque siento como sus garras aprisionan mis hombros. Incluso mi novia Saori una vez jura haber visto barcas de uñas sobre mis hombros, eso si lo recuerdo perfectamente porque ella mismo pensó que se trataba de una mujer e incluso le puso nombre. ¿Cuál era? No lo recuerdo.

La primera vez subí las escaleras hasta el cuarto piso titubeando sin parar, mis manos temblaban sin parar y sudaba frío y fue cuando me di cuenta del peso extra en mis hombros, sin embargo; al tocar el ultimo escalón fue como un gran alivio y de nuevo no había problema, ingrese a mi cuarto y continué mirando el juego.


Los días transcurrieron y al principio lo que era únicamente un acto “fuera de lo normal” comenzó a ser molesto, había ocasiones en las que tenia que salir de la casa, de nuevo mi cuerpo me advertía, a veces estaba en medio de una conversación por teléfono, cocinando o incluso una vez estaba apenas por entrar al baño pero no tenia otra opción, ¿Qué podía hacer contra algo que ni siquiera tiene nombre?

De hecho aprendí mas o menos los horarios y siempre era a las 5 de la tarde e incluso comencé a hacer ejercicio durante esos días para perder algunos kilos ya que Saori; quien insistía que era solo mi imaginación decía que mi playera de Uniqulo que ella eligió para pasar la Golden Week en Kyushio ya me quedaba algo apretada.

Juro que a veces por el ventanal de la puerta podía ver como se despedía de mi, con un rostro casi burlón aun agitando la mano mientras se apoderaba de mi espacio por una hora, 2 horas una vez por toda la tarde y siempre mientras fumaba el atardecer con mis Lucky podía percibir como se carcajeaba de mi, como hacia de mi espacio su espacio y como me jodia la vida lentamente hasta que un día pese a sentir la molestia en la espalda decidí enfrentarme a lo que yacía detrás de la puerta.

Y aunque los hombros se tensionaban como cuerdas y aunque me costaba caminar por el peso extra avance hasta terminar frente a la puerta. -¿Qué dices?; mire detrás, solo era el atardecer aunque juraría que sonó a un susurro, una voz de advertencia y aun así gire la perilla.

Era el mismo departamento, el que se encuentra enfrente de la Estación y que escoge porque su precio era un regalo, la misma mesa de piso color ocre que encontré una vez abandonada en una esquina, nada había cambiado, solo este aroma extraño, como ha aceite quemado, como a vinagre balsámico y claro por supuesto por el hecho de que había alguien que no era yo dentro de la habitación.

- Vaya finalmente decidiste entrar, comenzaba a desesperarme; yo lo mire extrañado; ¿Y porque no me lo dijiste desde un principio?; pensé mas no lo dije, mis piernas temblaban y en cualquier momento sentía que me iba a orinar en los pantalones.

- Pero vamos, siéntate, pero que tonterías digo si esta es tu casa, perdona a veces lo olvido; aun así le tome la palabra y puse mi trasero sobre el tatami. No podía quitarle la vista de encima mientras apretaba mis puños y extrañaba la mágnum .44 que me regalo mi padre y deje en casa a un océano de distancia.

Hubo un momento de silencio que parecía disfrutar, paseaba por todos lados he incluso hojeo uno de mis libros de Murakami, luego parecía incluso reírse con los comentarios de mi Facebook; - Me gusta tu cuarto sabes?

Titubeé al contestar, por su puesto que se que te gusta mi habitación, pasas mas tiempo en ella que yo, de nuevo pensé en contestarle eso pero por mi seguridad solo asenté la cabeza; - Se acerco lentamente hacia la mesita, podía sentir como ese olor a vinagre penetraba por mis fosas nasales hasta un punto en el que tenia ganas de lanzar todo mi desayuno al retrete sin embargo; el miedo me paralizaba, de hecho ya no sentía las piernas y me mantenía conciente con la idea de querer seguir vivo.

- Creo que tendrás alguna pregunta, no se suponiendo tu insípida vida esto debe ser lo mas extraño y bizarro que ha pasado en tu vida; Bueno una vez vi a mi tía Betty desnuda y no recuerdo cuantas veces me masturbe esa tarde con ese recuerdo pero no se equivoca con eso de “bizarro” pero por Dios que debo de dejar de pensar tanto o se desesperara.

- Pu…puedo fumar?; mirándolo fijamente; - Ah pero que pregunta mas estupida, esta es tu casa! Puedes tirarte una flatulencia y no hay problema, pero por favor no seas tímido, fuma tu cigarro, lucky strikes no es así?

Asentí con la cabeza mientras me concentre lo mas que pude para no quemarme las manos con el encendedor, de hecho pensé ¿Por qué no le arrojo el encendedor? Pero de nuevo recapacite he imagine que eso podía ser contraproducente, podría no darle o podría ser inmune al fuego, de nuevo me dije a mi mismo ¿Cómo pelear con algo que no tiene nombre?

Ahora prácticamente solo los 50 centímetros de la mesa nos separaba y estaba tan nervioso que mis dedos se quemaron al no darme cuenta que me termine el cigarro; - Que gracioso eres, ahora dime ¿Qué me quieres preguntar? – Quien eres?

Podía notar como su estado de animo cambio, podía percibir en el aire como ese olor a aceite quemado se intensificaba y como mis hombros tronaban al sentir tanta presión encima – Eso es una pregunta muy estupida, mas viniendo de ti porque sabes la respuesta. Baje la mirada; - No tienes nombre; encendí otro cigarro.

- Exacto! Ahora cuidado con los dedos…no vayas a terminar quemándotelos de nuevo; - Que haces aquí?; hice la pregunta sin siquiera pensarlo, solo la lance instintivamente como cuando lanzas una bengala para ver la profundidad de un pozo; - Sabes comienzo a retractarme de mis palabras, en serio que eres estupido o no pones atención, ya te lo he dicho, me gusta tu departamento.

La mesa rechino al sentir el peso extra sobre ella, ya no eran ni 50 centímetros, tal vez a lo mucho 20 lo que nos separaba, mi respiración se salía de control por lo que tenia que fumar mas rápido, tenia que mantener una imagen de Saori en mi cabeza para bajar las pulsaciones de mi corazón. Como cuando te enfrentas a un oso salvaje, lo mejor es no mostrar miedo, no mostrar emociones, solo mantenerte tranquilo.

- Me siento un poco decepcionado, primero tardas mucho tiempo en animarte a platicar conmigo, en segunda te limitas solo a fumar tus estupidos Lucky Stars y en tercera solo haces preguntas estupidas y repetitivas, en serio que no eres bueno con las visitas.



De nuevo podía respirar, se había alejado de mí para acomodarse de nuevo en la silla junto a la computadora. En mi mente habían pasado siglos pero la realidad era de apenas una hora. El tiempo suficiente como para que cesare la luz de la penumbra, ahora todo oscuro lo único que me mantenía iluminado era la tenue luz de mi cigarro; - Sabes, comienzo a impacientarme contigo, que haremos para hacer esto algo mas divertido, dime no tienes alguna otra pregunta?

Mi cigarro se esfumo, el miedo había terminado y ahora solo existía estrés, mi cuerpo yacía entumido, no me sentía ni siquiera en mi casa dentro de mi propia casa, tenia ya algo de apetito y para colmo de males no encontraba el maldito encendedor – Lo siento, no soy divertido y no se me ocurre alguna pregunta salvo, no se vas a matarme?; Listo encontré mi encendedor y en ningún momento mi cerebro reacciono a la estupida pregunta que acababa de hacer hasta que encendí el encendedor.

Y ahí estaba justamente frente a mi apoyado en la mesita, podía prácticamente sentir su instinto mirándome fijamente incluso no pude evitar orinarme en los malditos pantalones como un niño de 5 años porque en ese momento así me sentía como un niño de 5 años frente a un adulto de 20 dispuesto a darme una golpiza, dispuesto a matarme. – Podría ser…; Apague el encendedor al mismo tiempo que perdí el conocimiento.




Amaneció de nuevo y ahí estaba en el baño ¿En el baño? Quizás esa es la respuesta, quizás simplemente todo fue un sueño tan largo como 6 o 7 horas de haberme quedado dormido y por un momento me sentí aliviado mientras salía la regadera, mientras me rasuraba y sin darme cuenta marcarme con una cicatriz una extraña cicatriz que parecía un arañón. Después de nuevo me puse algo de ropa para salir y no me había dado cuenta que el cesto de la ropa sucia se encontraba a tope. No importa al rato lavare, necesito un buen desayuno. Saque el cartón de huevos.

- Vaya pensé que nunca te ibas a despertar; deje caer los huevos y es que de nuevo estaba ahí, sentado en mi silla, con el cuerpo cubierto de sangre; - Que…demonios.

Mi corazón de nuevo elevo sus palpitaciones, es verdad tan descuidado estaba que olvide que sentía aquel peso extra en los hombros, lentamente se movía hacia mi manchando de sangre todo el tatami - ¿Po…po…porque estas cubierto de sangre, que diablo esta pasando?. Se detuvo, pude notar una extrañeza en su mirada - ¿Cubierto de sangre? Pero si eres tu el que esta cubierto de sangre!

Eso era una malévola mentira, un asqueroso comentario, un….una cruel verdad, mire mis brazos, mire mi pecho, incluso mis piernas y todo era marrón, no rojo como dicen en el cine, la sangre es marrón y apesta a vinagre balsámico, me arroje al piso y grite porque no sabia si era mía, grite porque no podía con tanta presión.- ¿Qué pasa? No me digas que de nuevo estas jugando a ser el aburrido de anoche.

- QUE COÑO HAZ HECHO; de nuevo le grite sin pensarlo, busque con mi mirada el cuchillo para cortar carne o incluso uno de cocina, lo que fuera para propiciarle un daño pero de nuevo lo recordé ¿Cómo saber si siente en verdad dolor?. – Sabes comienzo a disfrutar tu falta de puntería para las preguntas y mira que ya pensaba a creer que las hacías para burlarte de mí. Vamos; Lo sentí tan cerca de mi;- Solo cierra los ojos y hazte la pregunta que bien sabes quieres hacer desde ayer.

No se de que habla, no quiero saber de que habla, solo se que estoy a punto de sufrir un ataque de pánico, de ansiedad, de desmayarme en el suelo de la cocina; - NI SE TE OCURRA DESMAYARTE; mis ojos se volvieron a abrir de par en par; - Ahora haz la pregunta. Por un momento todo fue silencio, todo fue como si hubiera puesto el botón de pausa en la habitación porque ya no podía oler a vinagre balsámico, porque ya no escuchaba su voz, porque ya no tenia miedo ni podía percibir el tibio viento de la mañana. ¿Qué he hecho?

Y como el león que se vuelca de felicidad ante la presa atrapada, mi inquilino volvió a sentarse en la silla respirando tranquilidad mientras mi cabeza seguía murmurando ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho?

Fue como volver a rebobinar una película, simplemente cerré los ojos y volví justamente a una noche la cual no tengo memoria y vi como Saori entro por la puerta, siempre con esos Jeans y esa camisa blanca, recuerdo que le di un beso y que ella lo rechazo y yo me enoje digo; ¿Somos novios no es así? – Te equivocas, ella es novia de Charles.

No, importa ella no es feliz con el, siempre lo mira con recelo, solo esta con el por conveniencia; - Error, tu miras con recelo a Charles y solo le hablas por Saoiri.

Al demonio, luego recuerdo que le pedí disculpas y todo se calmo, le serví un vaso de te y se sentó justamente en la mesita; - Hasta el momento solo haz acertado en mencionar la mesita, pero ¿Qué acaso ella no te lanzo el bote de te caliente? ¿Qué acaso no la empujaste y cayó cerca de la mesa?

Eso no es verdad, ella se sentó ahí! Y luego…luego platicamos un rato y ella me dijo que quería estar conmigo y luego se quito la camisa… y….; - OH vamos, no seas tímido, si bien que sabes que paso, o me vas decir que ese arañón te lo hiciste con el rastrillo. La lanzaste contra el futon y le rompiste la camisa, se la despedazaste, un gesto bien “caballeroso”, ¿que no recuerdas? Si casi te vienes tan solo de verle las tetas desnudas, ya no hablar cuando le quitaste el pantalón.

Por supuesto que casi no me vengo, eso es mentira! Recuerdo que pase mis manos so…sobre su piel, la bese y luego hicimos el amor; - Por el amor de Dios, no seas un maldito cursi, la violaste y punto, ella te suplico, no te intereso, te bajaste los pantalones, sacaste tu pequeño amigo y se lo introdujiste a la fuerza, parecía que era tu primer día fuera de la cárcel ¿Me vas a decir que no recuerdas su rostro, lleno de dolor hasta le tapaste la boca con un pedazo de su propia camisa para que no gritara, cielos parecías alguien que se saco la lotería, todo sonriente, todo feliz y ahora me dices que no lo recuerdas.

¡NOS BESAMOS! Y DESPUES ELLA ME PREPARO DE COCINAR Y; - Y en que momento mencionas lo del cuchillo? Lo de cuando ella trato de escapar y le lanzaste a la cara el aceite? Creo de ver como su piel se freía y como la carne era roja como el tomate perdiste las ganas de volverla a violar cierto?

Deja de hablar de lo que hiciste tu Hijo de Puta! Como si hubiera sido yo…yo la acompañe a la puerta y ella…- La acompañaste? Cierto, te dirigiste a ella con tu cuchillo y tuviste suerte de que le tapaste la boca antes de que gritara, me vas a decir que no te sentiste feliz de clavarle ese cuchillo en la garganta, por el amor a Dios si hasta le atravesaste la garganta o que, la sangre en tu rostro crees que fue porque llovió afuera?

Eso no es cierto, ella simplemente me dijo adiós, discutimos por nuestra relación y quedamos de salir, es mas hoy iba a ir con ella a desayunar y es tarde;- ¿Tarde para desayunar? Pero si ya comiste, o que no fue suficiente el haberte cenado su corazón, yo en lo particular hubiera preferido que fuera con salsa de ajo pero bueno si a ti te gusta la catsup, adelante, vamos me vas a decir que no te acuerdas tampoco de cuando la descuartizaste. De cuando tomaste la katana que compraste en Akihanara y le diste de golpes a su cuerpo, uno por no, dime que haz olvidado el crujir, de sus huesos con cada golpe que dabas, el recoger sus intestinos, su hígado, uno por uno sus órganos y guardarlos en el refrigerador como si fueran artículos de carnes frías en el supermercado, de cómo colgaste todos sus trozos en el baño para que toda la sangre cayera a la tina del baño y luego los envolviste en vinagre balsámico para evitar que apestaran, cielos es que se veía que lo disfrutabas tanto y ahora de nuevo tienes esa cara de aburrido.

Ya no tengo cigarros y este imbecil no deja de hablar, no deja de hablar de horrores, no quiero ni siquiera pensar en eso, mucho menos creer, estoy seguro de que en cualquier momento puedo tomar mi celular, hablar con Saori y decirle que no podré ir a desayunar con ella, quizás despedirme de ella en caso de que este sea mi ultimo día y muera. – Puedo tenerte miedo, puedes devorarme si quieres, puedes hacer lo que se te antoje conmigo excepto hacerme creer que yo he hecho todo lo que me haz dicho; perfecto encontré un cigarro, lo encenderé mientras disfruto mi victoria moral.

- A veces me pregunto si es modestia, negación o porque me aburres tanto de repente, porque no vas lo ves por ti mismo en vez de llenarte la boca con palabras huecas, anda ve asómate a tu cesto de la ropa sucia.

Tenia miedo, sentía frío por todo el cuerpo y ya no era por el, sino por enterarme de la verdad, trague saliva un par de veces antes de dirigir mis pasos hacia el baño, eran solo unos cuantos pero de nuevo; idéntico a una lejanía pero aun así no titubee, tampoco lo hice cuando me detuve frente a ese cesto. El baño, la regadera enrojecida y las paredes cubiertas de un liquido rojo, también una pestilencia que no me había percatado; sobre el lavado se apilaban restos de ropa manchada, imposible de reconocer y junto al retrete habían restos de comida como si una manada de gatos se hubieran dado un festín de ratones. Yo me conocía ¿o eso creía? Sabía que yo no era capaz de hacer algo en contra de alguien mucho menos en contra de Saori pero aun así estaba vacilando en abrir el cesto de ropa sucia y más con este peso en los hombros que se había incrementado de manera inaguantable.

Retuve el cigarro con mi boca para liberar mis temblonas manos, poco a poco las introduje dentro de mi cesto hasta que sentí algo, algo que era duro como una piedra, algo que era pesado como una sandia. Mis ojos se llenaron de lagrimas, jadeaba de nuevo como si fuera a expulsar una enorme flema y mi corazón parecía explotar, se encontraba cubierta por una toalla, poco a poco la desenvolví, volví mi mirada hacia la puerta, por su mirada parecía disfrutar mi sufrimiento, parecía que se comía mi tensión con un tenedor.

Decidí hacerlo de un tirón y lo hice, fue un alivio, lo que estaba dentro de esa cesta no era la cabeza de Saori, era la mía junto al resto de mi cuerpo hecho pedazos y no pude dejar de sentir un alivio tal que deje de sentir el peso en mis hombros: - Soy yo! El que esta aquí! Lo ves no he matado a Saori! Te he vencido! Ahora mátame de una vez!

Esas palabras retumbaron por todo mi cuerpo pero a decir verdad estaba exhausto, ya no pensaba, ya no quería seguir fumando, ni seguir sufriendo por el mañana, solo quería que esto terminara en un pestañeo, en un segundo. – Si te hubiera querido matar lo habría hecho hace días, no seas tonto, matarte no es divertido ahora ver como niegas lo innegable, eso tiene su cuota de gracia pero bueno, ahora si me disculpas, tengo que irme a otros cuartos como este.

Lo mire decisivamente; - Sabes perfectamente que después de esta no habrá otra oportunidad, sales de esa puerta y me iré de este departamento; - Mi amigo, ambos sabemos que no dejaras este departamento, y si lo haces a quien le importa, al menos a mi no.

Y lo vi alejarse, lo vi dejarme de nuevo entre estas 4 paredes, con el peso de un pecado que claramente entiendo pero quiero olvidar, con un cigarro a medio fumar y un día con un sol brillante y prometedor para cualquier persona menos para mi porque estoy maldito y porque se que volverá y de nuevo me preguntare como derrotar algo que no tiene nombre y me torturara como lo hizo la noche anterior y de nuevo sacare los dientes, apretare mis puños y rogare porque al despertar alguna vez resulte todo un funesto sueño, una fantasía de una mente atormentada por la frase “ me gusta este departamento” pero sobre todo con aquella ventana que da hacia el edificio Arcadia, que da hacia el centro de la maldad, esa que habita en mi corazón y que ama fumar lucky strikes. 完了